Hace unos meses dejé el hogar de mis padres, puesto que me casé y no me quedó de otra (jajajajajajaja) (no es que quisiera quedarme, btw), pero, en fin, la mudanza trae consigo una cosa que parece inevitable: la perdida de tus pertenencias.
Yo en está mudanza perdí algunas cosas, entre esas ropa; aunque debo señalar que no está del todo pérdida, sé perfectamente dónde está cada cosa que hoy doy por perdida: en casa de mis padres. Pero no puedo reclamarlas ya que mi hermana se las apropió bajo la premisa de que todo lo que dejé atrás era de una forma u otra un regalo para ella.
De todas formas, esas piezas de ropa y unos cuantos objetos que deseché pensando que no los necesitaría no me parecieron una gran perdida; lo que sí me dejó al borde del pánico fue a la hora de desempacar mis libros, noté que uno me faltaba, mi ejemplar de "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen, una novela que no solo me encanta, sino que además es un regalo de mi ahora esposo (sí, por eso me casé con él, regala libros).
Tras hiperventilar por unos segundos, decidí pensar las cosas con calma, era obvio que lo había dejado en casa de mis padres, y no se preocupen, no temí que la me-apropio-de-sus-cosas-solo-porque-las-dejó hermana mía se adueñara de este, esa solo lee "50 shades of grey" (y ni siquiera completa). Tampoco se me ocurrió pensar que mi hermano decidiera copiar la teoría de mi hermana, ese no lee ni aunque su vida dependa de ello.
Tampoco temí por mi padre: uno, porque lo de él son más libros técnicos, de su área, lo he visto leer pocas novelas y nunca una romántica; y dos, porque él nunca trataría de quitarme un libro, de hecho soy yo la que se autoregala los libros de su propiedad (jajajajaja).