Se
levantó con un extraño pensamiento “Nunca más volveré a verlo”. Y ahí estaba
ella sentada en la cama, paralizada, sin decir ni una sola palabra. Todavía su
cabeza no asimilaba lo que estaba pasando y el extraño pensamiento no
abandonaba su cabeza.
-
levántate cariño, ya es hora - escucha a lo
lejos que le dice una voz conocida
Ella
gira la cabeza, y allí estaba parada junto a su cama, la persona que había
estado cuidándola desde el accidente. Su gran amiga de la infancia, Roselin, la
que al pasar de los años se había convertido en una hermana para ella. La vio y
no pudo evitar notar en sus ojos una inmensa pena.
-
¿Dónde está? – preguntó
a Roselin esperanzada
-
Todo sigue igual – fue
todo lo que dijo Roselin como si intuyera la esperanza escondida detrás de la
pregunta – es hora de irnos
Roselin
se acerco a ella y la ayudo a ponerse en pie. Todavía podía sentir su cuerpo
resentido y se sorprendía de poder ponerse en pie. Siguió a Roselin hasta la
puerta y echo una última mirada a la habitación en la que había vivido durante
todo un mes. Debería sentirse feliz de poder regresar a su hogar, pero intuía
que un momento más doloroso estaba por venir.
No
notó el viaje hasta su casa, estaba ensimismada en sus pensamientos, notó en el
momento en el que el automóvil se detuvo y supo que ya no había vuelta atrás,
estaba allí y debía enfrentarse con su realidad, miro a través de la ventana
del auto y vio su hogar, en el que solo había pasado algunas noches, seis, para
ser exacta. Abrió la puerta, salió del
auto y empezó a caminar en dirección a la casa, se detuvo un instante, miro
hacia el auto y vio a Roselin sacar el equipaje.
“debo ayudarla” pensó, pero sabía que si
deshacía el camino recorrido no sería capaz de volver a